Las primeras carreras de motocross se disputaron en Gran Bretaña, allá por los años 1920-30, sobre las verdes praderas británicas y con motos de calle, prácticamente sin más suspensiónes que unos muelles en el sillin.(aunque tampoco había dobles ni rizados)
Después de la segunda guerra mundial, el motocross se desarrolló como deporte y las fábricas (BSA, Triumph, etc) empezaron a crear máquinas específicas para la especialidad, dotándolas de suspensiones con un poco de recorrido y con pequeños tacos en las ruedas.
En la década de los sesenta, el motocross se expandió por toda Europa Occidental, Estados Unidos y Japón, creándose el Campeonato del Mundo y el Motocross de las Naciones, al mismo tiempo que iban apareciendo diferentes marcas, entre las que destacaron, a finales de los sesenta y hasta finales de los setenta, las marcas españolas, Bultaco, Ossa y Montesa.
El auge de las marcas españolas hizo que el motocross conociera una época de esplendor en nuestro país durante este tiempo, como lo demuestra la asistencia de casi 100.000 personas en el Gran Premio de España, que se disputó durante varios años en el desaparecido circuito del Vallés, muy cercano a las marcas.
A pesar de esta popularidad, pocos pilotos españoles han destacado a lo largo de la historia, a nivel internacional, destacando un segundo lugar en el Gran Premio de España del 79, por parte de Toni Elías (padre del actual piloto de velocidad) y algunos buenos resultados de Fernando Muñoz en el extranjero.
El empuje de las marcas japonesas a finales de los setenta y principios de los 80, aceleró el declive de las marcas españolas, que no supieron o no pudieron ponerse al día.